Los amigos caminan a la deriva bajo la constante vigilancia de un fervoroso sol naranja que ya comienza a hacer estragos en sus extraviados cerebros. De pronto, Coco señala hacia algún imperceptible punto del paisaje: "Allí", indica. Hacia allí se dirigen entonces y, al avanzar, ven transformarse gradualmente el punto en un frondoso ombú. Burbuja y Coco buscan cobijo en su sombra protectora. Apenas si logran reconfortarse de los ardorosos y persistentes rayos cuando descubren que no están solos bajo el árbol centenario. Junto a ellos, está la Vaca Parlante que habla Verdades Eternas. La misma comienza a hablar del sin sentido de la vida. Burbuja supone que, si la iluminada res es capaz de enunciar esas verdades, es posible que también sepa la manera de salir de las Tierras Planas y así se lo pregunta. "Para que les indique la única manera de salir de aquí, deberán traerme primero el Trébol de la Suerte Cruel", contesta la vaca santa, rumiando rítmicamente un puñado de pastos que sobresalen de su hocico cual desprolijos bigotes amarillentos.